En los territorios palpitan los primeros saberes: un conocimiento ancestral que abarca desde las matemáticas, la astronomía y la agricultura hasta la medicina. Allí habita una ciencia milenaria, tejida por generaciones y custodiada por mujeres indígenas, campesinas y rurales, guardianas de cosmovisiones que persiguen la armonía con la Tierra.
Proteger este legado no solo es rendir memoria a quienes nos precedieron, sino también alzar la voz ante un sistema que intenta borrar nuestras huellas, imponiendo modelos de progreso que arrasan con la naturaleza y que intentan acallar nuestras luchas. ¡Por ciencia y tecnología consciente, ética y compartida que rompa con el modelo de desarrollo hegemónico!
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