Hoy, mientras conmemoramos la resistencia ancestral del pueblo garífuna, alzamos la voz para acuerpar su lucha: una batalla contra el despojo colonial que persiste en la privatización de sus costas, contra el Estado que niega justicia a los desaparecidos de Triunfo de la Cruz, y contra un sistema que criminaliza, su defensa del territorio. Exigimos verdad para las familias que esperan, restitución para las comunidades desalojadas y el fin de la complicidad estatal con los usurpadores. Porque la herencia africana en Honduras no es folclore: es dignidad rebelde, es pueblo organizado defendiendo lo sagrado.
¡Hasta que la justicia llegue, la lucha garífuna sigue!